Cámaras digitales, actionCams, localizadores, smartphones e incluso últimamente, drones guiados por control remoto. Está claro que viajar en moto, ya no es sólo meter un par de prendas de vestir en una maleta, echar gasolina y perderse por una carretera.
En pleno siglo XXI somos en cierta manera esclavos de la tecnología. A parte de los elementos propios de seguridad y de ayuda a la navegación, intentamos capturar cada instante, inmortalizar las anécdotas de cada viaje e incluso, compartir en tiempo real nuestras sensaciones a través de redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram.
Lo queramos o no, somos lo que podríamos denominar “moteros 3.0”
El efecto “bola de nieve”
Cabría preguntarse, cuándo empezó esto. Cuándo esos moteros sin GPS, con una cámara reflex y un par de carretes de 24 o 36 fotos, y sin un smartphone con una tecnología más potente que la utilizada en el primer viaje espacial; empezaron a transformarse en los moteros que somos actualmente.
Es como si una pequeña bola de nieve hubiera empezado a caer en algún momento por una ladera y que haya ido creciendo sin parar y casi sin control.
Hoy en día nuestros ordenadores acumulan miles de ficheros en cuestión de meses. Pero, ¿Qué pasaría si un buen día ese ordenador dejase de funcionar? ¿Estarías dispuesto a perder todos esos recuerdos, todas esas imágenes y videos? Aquel viaje a los Alpes, aquel video de ese gran premio de MotoGP, aquella concentración, o cualquier otro recuerdo de tu pasado motero.
En casa de herrero, cuchillo de palo.
A pesar de ser informático y haber visto alguna vez este tipo de situaciones, tanto a nivel empresarial como a nivel doméstico; nunca me había visto en esa tesitura; hasta que hace un par de semanas ha estado a punto de pasarme en primera persona.
Si las cosas pueden pasar, antes o después pasarán.
No sé si era un día soleado, si era un Martes 13 o si pasó algo excepcional, pero un buen día mi portátil murió y estuve cerca de perder todas las fotos y videos de mis viajes e incluso toda la documentación de OtroEnMoto.
En ese momento, un sudor frío recorría mi cuerpo, lo único que esperaba es que aquella copia de seguridad que tenía en un pequeño disco duro en algún lugar de mi casa (por qué tu también tienes una, ¿verdad?) no estuviese demasiado desactualizada, y que sobre todo, se pudiera restaurarse sin problemas (algo que hasta el día en el que necesitas hacerlo, nunca has probado a ver si funciona).
En esos momentos, es cuando te acuerdas de aquellas medidas de seguridad que no tomaste, de las leyes de Murphy; en los que aprendes que hay empresas de recuperación de datos que pueden llevarte hasta 600€ por recuperar los datos de tu maltrecho disco duro; en los que te prometes a ti mismo, que si “sales de esta sin perderlo todo, irás por el buen camino”.
El buen camino
Pues bien, yo al final tuve suerte y aquella situación no terminó en tragedia; pero me hizo aprender y buscar alguna forma de mantener todos esos recuerdos a salvo posible de fallos o catástrofe.
En mi caso, compré un aparato llamado NAS, junto con un par de discos duros de 3TB. El aparato en cuestión permite de forma sencilla una configuración llamada RAID-1, la cual permite que en ambos discos duros se grabe de forma automática la misma información, por lo que en el caso de rotura física de uno de ellos, siempre contarás con los datos en el otro disco.
Con este sistema de almacenamiento, y con un software que permite hacer copias de seguridad de forma automática, tienes casi asegurada la tranquilidad de que no perderás tus recuerdos.
Si aún eres un poco más obsesivo, también podrás hacer una tercera copia de los datos utilizando un sistema de almacenamiento “en la nube” (son de pago a partir de una cierta capacidad) como los que ofrecen Google Drive, Amazon u otros proveedores similares.
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La configuración por defecto de estos sistemas son relativamente sencilla y no necesitarás un conocimiento específico para ponerlo en marcha y empezar a tener tus datos seguros ante cualquier posible fallo.
Conclusión
Todo esto que te he contado en este post, se puede obviar si no tienes una cámara de fotos digital, un smartphone o incluso si te gusta el riesgo. Tampoco pretende ser una norma, sino que es más bien un consejo por si te puede evitar disgustos a futuro.
Espero que te haya sido útil y en tal caso, ayuda a otros compartiendo este post 😉