Creo que fue Forest Gump aquel que dijo que “la vida es como una caja de bombones, nunca sabes el que te va a tocar“; y a veces, de las situaciones menos esperadas, surgen encuentros interesantes con gente a la que merece la pena escuchar.
Eso me pasó hace poco, cuando con la excusa de ver un rato a mi amigo Chencho, me acerque a una reunión de viajeros argentinos que había montado en pleno parque del Retiro (Madrid).
Aunque allí había viajeros de todo tipo, me llamó la atención una pequeña y sonriente muchacha llamada Guada Araoz y su proyecto personal.
Su historia tiene cierta similitud con la de Belen Aime, ya que ambas comparten nacionalidad argentina y se han aventurado a recorrer distintos paises sobre motos de pequeña cilindrada.
Una vez más y como decía el chiste “No es el arco, es el indio”.
De mochilera a motorista
Guada es una mujer menuda, vital, valiente e impulsiva. Tenía un trabajo estable y aún así, lo dejó todo por su necesidad de viajar; quién sabe si influida por aquel viaje astral sobre la cordillera del Himalaya que tuvo durante un ejercicio de respiración al que asistió .
En abril de 2013 deja Argentina rumbo a China; con un billete de regreso abierto por un año pero sin tener realmente en la cabeza la decisión de volver. Algún tiempo más tarde, ya en Vietnam, decide qué en lugar de volver a casa, iba a viajar a la frontera entre Tailandia y Myanmar para intentar trabajar enseñando matemáticas; y así al cabo de un año, poder viajar a la India y a Nepal, su gran sueño.
Caer y volverse a levantar
Aunque su padre suele andar en moto, ella no comienza influenciada por ese ambiente familiar; sino que por el contrario, no fue hasta su estancia en Indonesia cuando aprendió alquilando pequeños ciclomotores.
Pero todos esos planes cambian al sufrir un grave accidente de ciclomotor en Camboya y tener que volver a Buenos Aires para ser operada del hombro. Tras 11 meses de recuperación, en los cuales las expectativas de recuperación total de la movilidad del hombro, no eran mayores del 50%, consigue volver a estar en plena forma.
LLegados a este punto, a lo mejor otros nos hubiéramos parado aquí; pero ella, en lugar de olvidarse de sus viajes, y pensando que aquello solo fue una señal del destino, qué la indicaba que aún la faltaba mucho por hacer; a finales de 2014 inicia un nuevo proyecto. Para ello compra una Honda XR125L a la que bautiza como “Sami“, todo el equipamiento que la es posible con un muy limitado presupuesto, consigue una pequeña colaboración con una revista de viajes y, casualidades del destino, inicia el 21 de febrero de 2015 (mismo día que tuvo el accidente pero un año después) su “Latinoamerica en dos ruedas“.
Hasta pronto Catalina
“Hasta pronto Catalina” fue la frase de despedida de Guada hacía su gata y también el nombre a su blog; así que si queréis estar al tanto, no dudéis en visitarlo.
“Viajar es completamente adictivo pero por el crecimiento interno que te produce y porque es fácil vivir en el presente.
Aunque a veces necesitas vacaciones y parar unos meses a descansar porque tu mente no para; nunca sabes donde dormis, qué vas a comer, qué le va a pasar a la moto, cómo vas a cambiar el aceite si esta caro… etc.
Pero a fin de cuentas el mundo te genera confianza y sabiduría y en el fondo si conectas sabés que siempre todo va a estar bien”
Forest Gump tenía razón y la “caja de bombones” me trajo aquella tarde en el Retiro, la posibilidad de coincidir y terminar compartiendo cachopos y sidra, en compañía de Chencho (ilusionenmoto), Guada y nuevos amigos cómo Bernardo Vives (Vives la moto) y Jabier Cid (Diario de abordo).